Como decíamos, el agua de rosas es un producto cuyo origen se pierde en la noche de los tiempos, pues pasó por culturas como la persa, la egipcia o la romana. Todas ellas cayeron rendidas ante sus beneficios y parece que tenemos intenciones de seguir haciéndolo, tal y como veremos más adelante.
Este producto se obtiene a partir de agua destilada con pétalos de rosa en un alambique. En concreto, por arrastre del vapor de agua se obtiene, por un lado, el aceite esencial de rosas y, por otro, el agua de rosas o hidrolato.
Su elaboración –obviamente– se inicia con la llegada de la primavera y la ansiada floración de las rosas. Qamsar, una localidad de Irán, es una de las zonas donde existe una gran tradición de cultivar rosas con este fin. Hasta tal punto que a este municipio de la provincia de Isfahan se le conoce como la capital de las rosas. ¡Y con razón! Aquí se producen 26.000 toneladas de agua de rosas anualmente. Sin duda, si te gustan los campos de rosas, la primavera es una estupenda temporada para conocer en persona el proceso de fabricación de este producto de belleza ancestral.