Algunas personas tienen la piel muy seca de forma natural, mientras que otras solo presentan picores y zonas enrojecidas durante los meses de invierno. La piel se agrieta y se vuelve áspera, lo que provoca una sensación de tirantez incómoda en la piel.
Esto suele deberse a las glándulas sebáceas, pues su labor es proporcionar grasa a la piel y, así, protegerla de la sequedad. Si hay pocas glándulas sebáceas o no funcionan adecuadamente, la piel se resecará rápidamente. Por lo tanto, la piel muy seca suele aparecer en zonas con pocas glándulas sebáceas y poco tejido subcutáneo, como son los codos, las rodillas o las espinillas. Mientras que las glándulas sebáceas producen mucho sebo durante la pubertad, la producción de sebo disminuye con la edad. Por este motivo, con la edad la piel necesita un tratamiento más rico e intenso.
También existen factores externos que pueden provocar la piel muy seca. Entre estos se incluyen el frío, el calor, la luz del sol, el contacto excesivo con el agua, una dieta poco equilibrada o la falta de humedad. Muchas personas sufren de piel muy seca especialmente en los meses de invierno, puesto que el frío priva la piel de humedad. Además, en invierno las glándulas sebáceas producen menos sebo. La calefacción empeora esta sequedad. Por lo tanto, deberías prestarle a tu piel mucha atención durante los meses de invierno, y mimar la piel seca y muy seca con una crema hidratante.
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