El paso del tiempo se evidencia en esta parte de nuestro cuerpo, debido a que el mayor implicado, el tríceps, es un gran músculo que abarca más de la mitad de la masa muscular del brazo, pero que, al ser extensor, suele ir a favor de la gravedad, por lo que no se desarrolla o fortalece mucho en la actividad cotidiana. Incluso en el gimnasio, se suele trabajar mucho más el desarrollo del bíceps, su músculo antagonista, que sí va en contra de la gravedad y es más fácil de marcar. Por tanto, es muy habitual que este músculo acabe descolgándose fácilmente por acción del peso de la gravedad, del mismo modo que la piel que lo rodea, que también va perdiendo tonicidad y elasticidad, no siendo capaz de sujetar el peso de una musculatura tan grande.
Las dietas y los cambios bruscos de peso corporal afectan, asimismo, a esta parte del cuerpo, pues la piel sobrante de una reducción significativa en la masa de esta zona se hace notar a través de unos brazos flácidos y arrugados.