Sin intención de ponernos excesivamente técnicos, conviene que dejemos bien claro qué entendemos por antioxidantes. En concreto, estos son los compuestos sintetizados por las plantas en sus frutos, hojas o ramas que tras consumirlos protegen nuestra salud de una manera eficaz. Así, se logra prevenir el desarrollo de enfermedades como el cáncer o los procesos neurodegenerativos y luchar contra los radicales libres.
Llegados a este punto seguro que te haces la siguiente pregunta: ¿y qué son los radicales libres? Pues intentando simplificar la cuestión al máximo, podemos definirlos como unas moléculas inestables que recorren nuestras células intentando robar un electrón con el fin de volver a recuperar su estabilidad electroquímica. Algo que puede ser muy peligroso ya que para ello atacan moléculas estables que, en caso de perder su electrón, se transformarán a su vez en un radical libre. Por lo tanto, se emprende así un ciclo destructivo que va afectando paulatinamente a nuestras células. Es ahí donde entra un juego un mecanismo de protección como los antioxidantes.