No obstante, en la cosmética no ha despertado tanta preocupación y se sigue empleando igual que antes. Lo cierto es que se recurre a esta sustancia no solo por sus características emolientes, sino también porque es un estupendo texturizante ya que debido a su composición química aporta poca untuosidad al tejido cutáneo. También es cierto que es un producto muy económico.
A día de hoy, el uso tanto del aceite de palma, así como de sus derivados, goza de la aprobación de la normativa europea. Además, y a diferencia de otros ingredientes, no existe limitación en su proporción. Ten presente que el aceite de palma no es absorbido por la piel y no va al torrente sanguíneo. Así, como ocurre con todos los aceites, su principal su acción se centra en la epidermis y dermis.
Lo cierto es que el aceite de palma goza de propiedades emolientes que lo hacen muy adecuado para la piel seca y deshidratada. Además, aporta ácidos grasos y vitaminas A y E. Por lo tanto, la presencia y uso tópico de este tipo de grasa es más común en la cosmética de lo que podríamos llegar a pensar:
- Elaboración de cremas y lociones.
- Jabones.
- Pasta de dientes.
- Cremas solares.
- Etc.
Así, su presencia en la lista de ingredientes de un producto –también conocido como INCI– se puede reconocer fácilmente bajo nombres tan diversos como ácido palmítico, ácido esteárico, sodium palmitate o aceite vegetal.
No obstante, es innegable que en torno a su uso existe una importante problemática de índole medioambiental dado que su cultivo implica, en ocasiones, deforestar y destruir el hábitat de animales como el orangután. Por este motivo, muchas grandes marcas se decantan por utilizar aceite de palma procedente de cultivos sostenibles que garantizan el máximo respeto al entorno.